SABADO 2 DE SEPTIEMBRE
Iniciamos nuestro viaje número 36 llegando al aeroparque de la ciudad de Buenos Aires, bien temprano para abordar nuestro vuelo a Tucumán. La mañana estaba lluviosa y la lluvia siempre es un buen augurio para un inicio, en este caso nuestro viaje para recorrer las obras del Maestro Eduardo Sacriste en Tucumán.
"El conocimiento", agrega el Maestro, "es la suma penosa de pequeñas experiencias..."
Llegamos al aeropuerto internacional teniente Benjamín Matienzo de la ciudad de San Miguel de Tucumán a las 10.30 hs. después de casi dos horas de vuelo. El grupo de 72 pasajeros entre estudiantes y docentes del taller, nos dirigimos a los 3 micros que nos esperaban para ir al hotel, hostales y a nuestro primer encuentro: La Casa Histórica de Tucumán, el lugar donde se celebró nuestra Independencia un 9 de julio de 1816.
El solar estaba ocupado por una antigua casona de patios, colonial, con techos de tejas y galerías, pero fue demolida... En el siglo XX y por una decisión política fue reconstruída para preservar la memoria de nuestra Independencia. Lo único original, como bien indican los carteles es el antiguo Salón donde se hizo la Jura.
Desde allí partimos, bien entrada la tarde a nuestro próximo destino las ruinas de la Ciudad Universitaria en los cerros de San Javier del que dimos cuenta en un reciente posteo del AVBlog. Obra emblemática de nuestra modernidad, realizada entre otros por un grupo de arquitectos notables que trabajaron en la Universidad de Tucumán: Horacio Caminos, Eduardo Catalano, Diego Díaz Puertas, José Alberto Le Pera, José Liebich, Carlos Marfort, Rafael Onetto, Carmén Pages, Carlos E. Robledo, Eduardo Sacriste, Enrico Tedeschi, Jorge Vivanco, Hilario Zalba...
Llamó nuestra atención la particular estructura de este Superbloque, que como testigo de aquel proyecto, hoy yace como ruina moderna en el bello paisaje del cerro...
Caía la tarde y nos quedaban las últimas luces del día. No queríamos perder de conocer las Residencias Universitarias de Profesores de este magnifico complejo, que lejos de estar en ruinas, se mantiene en uso por la Universidad Nacional de Tucumán. Es un magnifico ejemplo de arquitectura —un conjunto de casas y viviendas agrupadas por patios en el paisaje— que se apropia del territorio sin dominarlo, en el cerro San Javier.
Nos encontramos el grupo llegando en nuestros micros, en el acceso del complejo: un patio da la bienvenida, luego de recorrer la promenade arquitectónica con pilotis y apropiadas vistas al cerro...
Comenzamos a descender y recorrer algunas de estas magnificas viviendas; modernas en su concepción, apoyadas en un típico basamento de piedra local, las mastabas. Construcciones macizas de forma generalmente rectangular con los muros ligeramente inclinados, utilizadas en muchos asentamientos prehispánicos.
Al caer la noche, retornamos por el camino zigzagueante, bajando el cerro a San Miguel de Tucumán, previo paso por los hostales y hotel, fuimos con todo el grupo a cenar a un restaurante del centro, comidas regionales: Empanadas, Humitas, Tamales, Locro y Postres tradicionales como el Quesillo con Cayote.
DOMINGO 3 DE SEPTIEMBRE
El domingo amaneció nublado y con algunas lloviznas en San Miguel de Tucumán, nos encontramos con el grupo en la plaza Independencia para emprender junto a los micros que nos esperaban nuestro viaje a Tafí del Valle.
Nos dirigirnos hacia los famosos campos de Acheral, desde el micro vimos a la pasada distintos pueblos tucumanos, como las ruinas de la misión Jesuítica San José de Lules, conjunto conformado por una iglesia y un claustro dedicado a la producción de caña de azúcar.
Llegando al pedemonte vimos desde la ruta el ingenio Santa Lucía, un antiguo ingenio azucarero que funcionó hasta 1968 cuando se cerraron la mayor parte de los ingenios tucumanos luego de largas huelgas de sus trabajadores. Durante la última dictadura militar se utilizaron las instalaciones del ingenio como centro clandestino de detención.
Inmediatamente después realizamos el ascenso hacia el valle de Tafí, siguiendo el curso del río Angostura, por un camino zigzagueante entre las yungas tucumanas, un recorrido icónico del norte argentino.
Realizamos una breve visita a la Reserva arqueológica Los Menhires, donde vimos monumentos liticos, trabajados en piedra de granito por pueblos originarios del valle de Tafí, las tallas presentan motivos antropo-zoo-mórficos y están datados entre 200 a. C. y 800 d. C.
Llegamos al mediodía a la rotonda de acceso a Tafí Del Valle y almorzamos en el restaurante "El Museo" donde comimos comidas tradicionales un breve paso por el Museo Jesuítico La Banda, que estaba siendo refaccionado y por ello no pudimos entrar, nos llevo a nuestro siguiente punto del recorrido. Ubicada a 1 km de distancia de la estancia jesuítica, la maravillosa casa de Otto y María Paz de Hilario Zalba, nos esperaba junto a sus dueños.
Un par de Adelantados, comandados por Juana y César, docentes del taller, se acercaron a la casa para ser recibidos por los dueños y así poder entrar con el grupo, que venía en los micros.
Nos recibió el matrimonio de Otto y María Paz, dueños originales y amigos de ese gran Maestro de nuestra modernidad que fue Hilario Zalba. Del arquitecto dimos cuenta el año pasado en el blog, de una pequeña pero gran obra que visitamos en Chapadmalal, la Casa Daneri, que hizo junto a su socio Bonet.
Saliendo de Tafí se encuentra un barrio de destacada arquitectura, donde construyeron maestros de la talla de Sacriste, Zalba y Tedeschi. En una pequeña calle cortada encontramos la casa Arizmendi de Eduardo Sacriste y la Casa Zalba, de Hilario Zalba. De Tedeschi lamentablemente no queda nada en pie en condiciones de ser visitado y apreciado. Refleja el poco interés que en general tenemos por nuestro patrimonio moderno.
Hilario conoce Tafí Del Valle en 1947; queda fascinado por el lugar y en un loteo compra un terreno junto al arquitecto italiano Gino Calcaprina, quién instala una casa prefabricada metálica traída de Italia.
Pasaran más de 20 años, cuando Hilario decide jubilarse, radicarse en Tafí y hacerse su casa.
De una imagen austera, es producto del profundo análisis que este arquitecto aplica a todas sus obras, por eso las diferencias entre sus arquitecturas, no existe la receta ni la moda.
A la casa de 138 m2 de superficie cubierta, no le falta ni le sobra nada, las observaciones de Zalba de la arquitectura del lugar y las características de zona sísmica, hacen que el arquitecto adopte el adobe, cumpliendo este material una doble función, aislante y portante. La base de piedra del lugar es la que siempre se uso en la zona (lo habiamos visto ya en las residencias universitarias para profesores de la UNT). Al profundizar en la observación de la casa vemos que responde a una modulación estricta, con vigas compuestas como estructura de techo, cañas como entablonado y chapa de acero galvanizado en la cubierta.
Lamentablemente le agregaron una galería que vemos en la foto grupal que nada aporta al planteo original.
Realizamos este recorrido pasando por el punto de mayor altitud de todo nuestro viaje, “el infiernillo” (3.042 m.s.n.m) desde donde tuvimos fabulosas vistas hacia el valle de Tafí y el valle de Amaicha en relación directa con las nubes. Hicimos una parada para contemplar este hermoso paisaje de nuestro recorrido.
A partir de este punto el paisaje cambia considerablemente y nos adentramos en un área desértica dominada principalmente por El Cardón, una cactácea gigante originaria de las zonas altas de los andes que puede alcanzar los 10m de altura y produce una madera aireada utilizada para artesanías y construcción de cielorrasos.
Llegamos a las puertas de la ciudad sagrada de Quilmes. Un espacio fundamental para conocer la cultura de nuestros pueblos originarios. Los estudios indican que era un agrupamiento de viviendas muy densamente poblado, considerándolo una de las primeras ciudades construidas en Argentina, se estima una población estable de entre 3.000 y 5.000 habitantes, que ocupaban estratégicamente la ladera del cerro, para defenderse, desde allí controlaban el valle del río Santa María que confluye con el río Calchaquí a la altura de Cafayate.
El valle irrigado por el río permitía producir alimentos, y con represas sobre los pequeños cauces que bajan desde los cerros abastecieron a la ciudad de agua potable.
Se cree que la ciudad abarcaba un área de 3km2 y cercana a ella se encontraban otras ciudades en distintos cerros pertenecientes al mismo pueblo Quilme y a sus enemigos los Calchaquíes.
Lamentablemente no pudimos acceder al área sagrada por un conflicto entre las autoridades locales y las comunidades del pueblo de Amaicha.
Decidimos —después de esta larga travesía que valió la pena hacer por el estupendo paisaje que vimos— volver a la Plaza San Martín de Amaicha del Valle, un pintoresco pueblo de los valles calchaquíes donde habitan los descendientes del pueblo Quilme, la comunidad al día de hoy se organiza por medio de instituciones ancestrales como el cacicazgo y el consejo de ancianos. Luego de muchos años de lucha lograron que el estado argentino reconozca un artículo de la cédula real que otorgaba al pueblo Quilme las tierras del valle de Amaicha.
Vimos en Amaicha las tradicionales construcciones de adobe realizado en la región como la Iglesia de San Ramón Nonato, frente a su plaza principal, donde volvimos a hacer la clásica foto grupal y una particular con el equipo docente viajero a pleno.
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