Y para comprender de qué se trata el trabajo implicativo que desarrollamos en el taller, nada mejor que reproducir una memoria de uno los equipos (G3):
Una memoria
—¿Viajas para revivir tu pasado? —era en ese
momento la pregunta del Kublai Kan, que podía también formularse así: ¿Viajas
para encontrar tu futuro?
Y la respuesta de Marco Polo:
—El allá es un espejo en negativo. El viajero
reconoce lo poco que es suyo al descubrir lo mucho que no ha tenido y no
tendrá.
Volví. El sitio que abandoné porque allì no me
encontraba. Pensaba que buscando, me encontraría, sin embargo me fui de Carmelo buscando un destino, buscando
la claridad que se posee cuando uno sabe a donde va.
Hoy me recibe un puerto desconocido, mi
puerto. Desde la otra orilla, el hierro rojo tiembla en su reflejo. Esta conocida imagen me traslada a la
estaticidad de mi pasado. Volví sobre mis pasos, ahora la mirada hacia un nuevo amanecer: el tamis anaranjado
que colorea mi río hoy se funde con la sinuosidad de una nueva conexión, en la que identifico aquella historia.
Me pregunto cual fue el inicio. Si es que
acaso lo hubo. Un viejo amigo me contó de los distintos procesos de esta
continua construcción. Llegaron de distintos mundos, cada uno con su técnica:
invirtieron columnas, construyeron ruinas, montaron estructuras de varillas
sobre los frentistas, grafitearon la Cuaternidad. El pueblo entero indagó a los constructores, y luego de una
incierta mirada contestaron, lo seguro no es seguro, es terrible. A medida de
que las construcciones avanzaban nos dimos cuenta que todas hablaban: hablaban
entre ellas, hablaban con nosotros, hablaban con nuestra tierra, todas hablaban
una misma lengua.
“Recorre las calles. No todo fue tan blanco ni
negro, no todo fue tan negativo. Incluso atraversaron mi manzana pero
respetaron mi reposo. Cada intervencion se ajustó a la precisión de los
detalles. El orden no implica Belleza..... El diseño no es hacer Belleza, La
Belleza surge por selección, afinidad, integración, amor.”
¿Habrán tenido una idea? ¿habrán dejado volar
sus pensamientos para luego encontrar la magia que hoy caracteriza este lugar?
¿Habrán ellos sentido la seguridad de saber adónde iban? ¿Como la que sentí
cuando partí de este lugar?
¿Tuvieron un inicio o se fueron sorprendiendo
ellos igual que yo ahora en un paisaje en el punto justo del hervor hacia el
infinito? Han dejado tantos rastros, y a su vez la gente tantos rastros sobre
sus obras que creo que lo unico que podrian percibir en aquel momento era la
sensación de que este paisaje penetraría en el mutable mundo de sus ideas
inagotables. No podrían ellos haber encontrado un principio definido como un
punto, definitivamente no. Sus ideas son su mismísimas construcciones, y sus
construcciones a la vez, se modifican como sus ideas. Aquí existe la precisión
y el remolino que no se halla en lo abstracto, ni relativizando nuestro pueblo
como si fuera cualquier otro lugar. No hay obra de arte que no haga un llamado
a un pueblo que no existe todavía. Definirieron este lugar, lo precisaron.
Dejaron que la bruma de las ideas del mundo arrasaran con nuestras llanas
tierras y nadaran en mi río.
Creo que el tránsito no fue sencillo, lo digo
por que creí que mi viaje si lo sería y sin embargo los obstáculos, los
distintos idiomas, las distintas etnias y sabores no lo fueron. Ese viaje
penetró mi vida, mi mente, sus vidas, sus mentes.
Jamás podrían haber plasmado el aura del mundo
de sus ideas si hubieran establecido un órden lógico, un itinerario, una
secuencia. No podría explicar en palabras aquello que es indescriptible para
mis antiguos vecinos, sería reducir ingenuamente lo que evidetemente fue mas
alla de lo lógico, no me sentiría capaz de describir un sin-sentido sin caer en
el aberrante error de decir que finalmente sí lo tiene.
Se lo conté a él, y se lo contaré a todo aquel
que quiera escucharme, esta gente no encontró un principio, sin duda no lo
buscó, sin duda se enfrentó a la desesperación del no saber y de ese recóndito
y a veces temible lugar, brotó la ciudad que hoy recorro. La crisis se hizo
forma. Ponerle un límite a su vuelo no es posible. Esta ciudad, sus formas y
sus calles no tienen un fin.
Me fui por las calles, paseando a la deriva.
Percibí las medianeras y los huecos, los puentes y las vías con callejas
tortuosas, escaleras, callejones sin salida, tugurios, y me interrogué sobre la
relación misteriosa de objetos tan diversos, contemplé la verdadera forma de la
ciudad. Las esquinas me hablaban de besos secretos, los bancos de las calles de
sueños complejos; y pasando por la calle anterior la luz de otro sol me hizo
desconocerla. Acabaremos atribuyendo al ambiente físico el mismo determinismo
que el funcionalismo ingenuo ha atribuido a la forma. Reacciones y relaciones
son difícilmente individualizables de modo analítico; están comprendidas en la
estructura de los hechos urbanos. Desde…
Encontraron un método, tal vez sin saber que lo
estaban buscando. Yo ahora me doy cuenta, la ciudad tiene una marca. Fue un
encuentro:
el lugar y su historia hablaron con sus
técnicas y conocimientos, sus saberes dialogaron con sus más lejanas
sugestiones.
Habián formado un método, sus avances, a veces
desmedidos, les permitieron abrir nuevas vías, nuevos puntos de vista, nuevos
lenguajes, nuevos rasgos.
Obviamente, donde hay un cuerpo no hay un espacio vacío. Sin embargo,
hay un espacio lleno donde hay vacío.
Los hombres, ellos aún están, al igual que antes, pero con distintos movimientos.
Recorren paseos inimaginados,
atraviesan espacios que se hacen públicos, se congregan en lugares que revelan
su institución.
Las ciudades, como los sueños, están
construidas de deseos y de miedos, aunque el hilo de su discurso sea secreto,
sus reglas absurdas, sus perspectivas engañosas, y toda cosa esconda otra.
—No tengo ni deseos ni miedos —declaró Kublai
Kan —, y mis sueños están compuestos o por la mente o por el azar.
—También las ciudades creen que son obra de
la mente o del azar, pero ni la una ni el otro bastan para mantener en pie sus
muros. De una ciudad no disfrutas las siete o las setenta y siete maravillas,
sino la respuesta que da a una pregunta tuya.
—O la pregunta que te hace obligándote a
responder, como Tebas por boca de la Esfinge.
Me quedo.
Italo
Calvino, Las Ciudades invisibles.
Martin
Heidegger, El habla.
Louis
Kahn, El Orden.
Gilles
Deleuze, ¿Qué es el acto de de creación?
Aldo
Rossi, La arquitectura de la ciudad.
Lucrezio,
De rerum natura.
Este es
un cuento-montaje. Un cuento que hubiera podido ser “la idea de partido”, desde
la primera palabra sobre la hoja blanca. Sin embargo, es la forma que tomó
después hacer las reflexiones, la fuidez que el lenguaje de nuestros
pensamientos pedían. El recorrido del cuento es un paseo situazionista dentro
de nuestros diálogos.
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