martes, 28 de mayo de 2024

VIAJE A LA ISLA MARTIN GARCIA

El pasado 25 y 26 de mayo un grupo de cuarenta y cinco estudiantes y docentes del taller de la FADU UBA y la FAU UB, pasamos el fin de semana en La tierra sin mal, así llamaban los guaraníes a estas tierras, que fueron bautizadas por Juan Díaz de Solís con el nombre del despensero de su nave, Martín García. Cuenta la historia que Solís se internó por primera vez en 1516 en el Río,  buscando un paso para las Indias. Descubre por error el Río de la Plata, que es el límite oriental de la llanura y lo bautizó Mar Dulce.

Remontamos las aguas del Río abierto, luego de atravesar la de los ríos Luján y Paraná y ya apuntado la proa del Hércules,  nuestro barco a Martín García, recordamos el texto preclaro de Juan José Saer, "El Río sin orillas".

"El Río, a pesar de su desmesura geográfica, con su profusión de recodos y de acontecimientos, es más vasto e inabordable, no ya que Holanda, sino que el universo entero. Su historia, oscura y marginal en comparación con las realizaciones prestigiosas de Oriente y Occidente, hierve de héroes, de sabios y de tiranos. En la geografía abstracta de la llanura, en el vacío sin fin del desierto, ciertos actos humanos, individuales o colectivos, ciertas presencias fugitivas, han adquirido la perennidad macizas de las pirámides o de las catedrales. Y si flotan, aéreas en la transparencia de la llanura, revelando su carácter de espejismos, no debemos olvidar que, desde cierto punto de vista, catedrales y pirámides no son otra cosa." 

El viaje a Martín Garcia, entre otras cosas, es para nosotros un viaje en el espacio-tiempo...

Agrega Saer:

"Unos tres meses les llevó a las tres naves de Solís y a los sesenta hombres que lo acompañaban, llegar de las costas andaluzas al Mar Dulce. Aunque de verdad avanzaban en el espacio, iban también retrocediendo en otro plano, en la dimensión insospechada del propio ser que, sin los límites frágiles que mantiene la sociabilidad convencional, vacila en el borde sin fondo de la regresión que desmantela, una a una, las capas de una supuesta esencia humana. En la geografía desmesurada de América los esperaban aspectos semienterrados y semiolvidados de sí mismos...Atravesando el mar exterior, entrando en el agua barrosa del Río, no sabían que iban siendo expulsados también de sus costumbres, de su cultura, de su lengua, de su concepción misma de la especie humana, en una palabra de todas las mediaciones simbólicas de lo más relativas,  que confundían con una supuesta realidad absoluta..."

Las mediaciones simbólicas caen en "El abismo iletrado de unos sonidos" como dice Pedro Lemebel, en otro texto que leímos en la espesura de la selva marginal, escuchando el garrir de los loros parloteando en la selva...


"Ciertamente estamos atravesados por la lógica del alfabeto. La instrucción nos lleva de la mano por la senda iluminada del ABC del conocimiento. Pero más allá del margen hay un abismo iletrado. Una selva llena de ruidos, como una feria cladestina de sabores y olores y malas palabras que siempre están mutando de significado... Más allá del margen de la hoja que se lee, bulle una Babel pagana de voces deslenguadas, ilegibles, constantemente prófugas del sentido..."

El viaje a la isla Martín García, es ese viaje en el tiempo que comenzamos a vislumbrar a bordo de nuestra nave, enfilando su proa, a los orígenes de nuestra cultura rioplatense...

Gracias por el material fotográfico a Alfredo, César, Fran, Stella, Delfi e Iván y a los estudiantes del taller.