martes, 1 de octubre de 2024

VIAJE A LOS VALLES CALCHAQUIES: Del lenguaje al musitar del paisaje

 "Ciegos son los pensamientos

del hombre cuando busca

el camino con ingenios

del intelecto sin escuchar 

a las Musas".


Píndaro

Quería compartir con ustedes, a forma de agradecimiento, algunos pensamientos que fueron encontrándome durante estos días. 

Al comenzar el viaje en la ciudad de Salta hicimos una recorrida nocturna en la cual resultaba simple hacer comentarios, describir situaciones y contar historias.  

Salta es una ciudad contemporánea que responde al lenguaje urbano y arquitectónico occidental. Podemos reconocer calles, avenidas, plazas, recovas, edificios y sus estilos y elementos arquitectónicos que la componen. Sin embargo, en el recorrido, fuimos viendo por primera vez algunos elementos que se escapan de nuestro lenguaje habitual. 

Las puertas en esquina, y las “indiatides” fueron la puerta de entrada a este nuevo léxico que se ampliaría al adentrarnos en los valles Calchaquíes, donde el lenguaje clásico fue dejando lugar a nuevas palabras que se escapan de la cosmovisión occidental como “Pre-recinto”, “arco cobijo” y “fachada retablo”.  

Pero el viaje siguió avanzando, y nuestras palabras fueron quedando cada vez más cortas para expresar lo que mirábamos. Ante esto se fue abriendo en nosotros el silencio y la escucha. 

Al llegar a la ciudad sagrada de Quilmes, nuestro lenguaje se desarticuló por completo, nos vimos sorprendidos por una espacialidad original, ajena a nuestra vivencia cotidiana del espacio, pero que, al adentrarnos fue resonando en nosotros y en todo el camino recorrido durante los días anteriores.  

Subiendo al pucará, en silencio, se nos hizo presente el sentido de aquellos lugares donde habíamos comenzado a perder el habla en pos de la escucha. Resonó en nosotros el cementerio en altura de Seclantás con la charla debajo del árbol, y la iglesia del Carmen con su fachada de cara al gran valle.  

Así, en un promontorio frente a la inmensidad comenzamos a escuchar la musitación, el balbuceo del paisaje, que se haría aún más presente al entrar en el corazón de la montaña y observar desde esa inmensa espacialidad el sol despidiéndose hasta el día siguiente. 

Sobrecogidos por la inmensidad del paisaje, nos encontramos finalmente con el origen, comprendimos como, desde esa inmensidad nuestros antepasados tomaron piedra, maderas y barro con medidas propias del lugar y construyeron espacios a su propia medida. Un espacio para mediar con el paisaje, una meditación. 

El viaje fue un desprendimiento de nuestro lenguaje para encontrarnos con otro habla, el del paisaje, y, en dialogo con él, reconocer el origen meditativo de la arquitectura. 

Espero que esta experiencia nos permita seguir construyendo una verdadera arquitectura argentina, en permanente dialogo con nuestra tierra.

Santiago I. Lorenzo










































































































Agradecemos desde acá a Delfina Cristiani, por el estupendo material fotográfico que compartimos en este posteo, a Santiago Lorenzo por el maravilloso texto, Del Lenguaje al musitar del paisaje, que se implica de un modo magistral con la experiencia acontecida, en este que fue el viaje Nº 36 que hicimos con el taller y a Atilio Pentimalli por el registro en video del momento epifánico acontecido en Setanclás.

Va nuestro agradecimiento por la eficiente logística, que garantizó que todo saliera muy bien en los alojamientos, traslados y comidas a Francisco Tamargo, Santiago Lorenzo y Alfredo Quiroga,  y finalmente dar las gracias a todo el equipo del taller con el que compartimos este viaje, a los estudiantes y docentes implicados, un viaje memorable aconteció!

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