domingo, 12 de agosto de 2012

LOUIS KAHN: homenaje de Jonas Salk

Se diría que es casi un azar que del pensamiento de un hombre endeble y extraño hayan podido surgir formas tan notables, construcciones tan importantes,
ordenaciones tan vastas, y que sean viables.
Unas respiran el espíritu del pasado,
otras testimonian la inventiva de un precursor,
de un maestro del futuro en gestación.
El milagro que envuelve estas cosas
se explica por la prodigiosa realidad
del hombre y su obra,
milagro con posibilidades de perdurar. 


Durante cinco décadas se preparó

para su tarea
y ha realizado en veinte años
lo que otros tardan en realizar en cincuenta.
¿Cómo es posible que haya tenido la intuición
de las leyes de la naturaleza
para revelar
en formas y funciones
los valores y las bellezas eternas,
y para aportar la demostración
con la realización de su obra?
¿De dónde le venían
esa originalidad,
esa audacia,
ese coraje?

¿Cuál era el origen de su inspiración,

de su criterio,
cuál era su fuente?
Del trasfondo de la naturaleza
extrajo su energía creadora,
¡pues cómo si no habría poseído
ese don de vivificar la obra
con las palabras del poeta,
con las cadencias del músico,
con las concepciones del artista,
con los pensamientos del filósofo,
con los conocimientos del metafísico,
con los razonamientos del lógico!

Los valores que ha suscitado
haciéndolos surgir de lo invisible y lo intangible
nos permiten ver y tocar
el fruto de su imaginación inagotable,
sin principio ni fin.
No percibimos sólo el mero descubrimiento
de lo que ya existía
ni el restablecimiento de antiguas nociones.
El ha instaurado una realidad nueva.

No es casual
que sintamos cómo nuestras ideas
se animan, se exaltan y apasionan
cuando nos encontramos
ante una personalidad que,
tocada por la chispa divina,
ofrece el reconfortante testimonio 
de la existencia
de individuos privilegiados,
dotados de dones creadores y realizadores,
capaces de neutralizar
las fuerzas destructivas.

La grandeza de una época está marcada
por sus obras perdurables.
Nosotros tenemos la oportunidad 
de rendir homenaje
a un hombre cuya imaginación
y cuyas obras
han marcado el tiempo en que vivimos.

Pero nuestro orgullo
se mezcla con inmensa pena
pues nunca sabremos
hasta dónde  habrían llegado
sus creaciones
de habérsele concedido la vida
hasta el día en que sus dotes hubiesen empezado a declinar.

Fue nuestra gran fortuna
haberle conocido,
haber trabajado con él,
haberle animado.
No es necesario
alabar su obra,
pues ella habla por sí misma 
mejor que lo haría cualquiera.
Nos llena de tristeza
que nos lo arrebate
la corriente de las olas.

Se cruzaron nuestros caminos
para permitirnos la mutua explicación
de cosas
que habrían permanecido ignotas
sin esa fuerza de atracción
de la que nace la revelación
de las secretas reglas de la composición.
Ya no hablará más,
pero el diálogo continuará inalterable.

Comunicaba con nitidez
lo que había concebido.
Las cosas se captaban fácilmente
cuando él las había comunicado
con esa claridad tan suya.
Y hasta vosotros, cuando os encontréis ante él,
observaréis que vuestra voz y vuestras palabras
imitan inconscientemente el sonido de las suyas… (1)


(1) Discurso de Jonas Salk, Premio Nobel y comitente de los famosos Laboratorios que diseño el arquitecto, Universidad de Pennsylvania, Filadelfia, Conmemoración 2 de abril de 1974 y publicado en Louis Kahn arquitecto, Ed. GG, Barcelona, 1981.
(2) Fotografía de Louis Kahn y Jonas Salk en el estudio, frente a la maqueta del proyecto de los Laboratorios, explcando a su cliente el mismo.






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