domingo, 18 de noviembre de 2012

CLAUDE MONET: Giverny

Claude Oscar Monet; París, 1840 - Giverny, 1926

CLAUDE MONET en su estudio
 CLAUDE MONET en su estudio
2012. Estudio Monet. Giverny
Nenúfares, 1916-1919
Nenúfares, 1916-1923
Los nenúfares blancos. 1899

El escritor francés Guy de Maupassant, que observó cómo trabajaba Monet en Étretat en 1885 escribiría luego:"...El último año en este mismo país, he seguido a menudo a Claude Monet en la búsqueda de impresiones. No era solo un pintor, ciertamente, sino un cazador...
... Le he visto atrapar de este modo una puesta relumbrante de luz sobre el blanco acantilado y fijarla a una colada de tonos amarillos que reproducían extrañamente el sorprendente y fugitivo efecto de este inaccesible y deslumbrante brillo. En otra ocasión, tomó en sus manos un chaparrón que se abatía sobre el mar, y lo plasmó sobre su lienzo. Y era la lluvia la que había pintado de ese modo, nada más que la lluvia velando las olas, las rocas y el cielo, apenas indistinguibles bajo ese diluvio..."


LA VIDA DE UN PAISAJISTA ( La vie d'un paysagiste )
Publicado en Le Gaulois, el 28 de septiembre de 1886









Comprender la obra de Monet desde Giverny es contar la historia por el final. 

Sin embargo desde el remanso de estos jardines de Giverny en donde se instaló definitivamente hacia 1890, se puede comprender mejor el recorrido de este artista único cuya intensa búsqueda nace quizás en aquella pequeña obra que le dio nombre al impresionismo ("Impresión. Sol naciente", 1872) y culmina en estos jardines. Una obra que transita por diversos lugares comunes a sus colegas impresionistas pero que también se sumerge en inquietudes personales, en busca de un lenguaje expresivo propio y con un intenso trabajo concentrado en capturar los mágicos efectos de la luz y el aire.

Un jardín que encargará construir, de frondosa vegetación, con un pequeño lago colmado de nenúfares y un puente de bambú, inspirado en aquellos grabados del arte japonés que tanto lo impactaron en su juventud. Ya no hacían falta las personas para resaltar el espacio, tampoco era necesario buscar nuevos paisajes, el objeto estaba allí, en lo que podríamos llamar su "jardín taller" como había sido antes el "barco taller" en el estanque de Argenteuil. Aquel barco era el lugar ideal desde el cual podía captar las variaciones, los ligeros movimientos y los efectos lumínicos de esa superficie cambiante que es el agua y que sería sin duda uno de sus temas preferidos. Un verdadero laboratorio náutico, que le permitió desarrollar una técnica que acompañará al concepto mismo del impresionismo. La pincelada suelta y rápida, captando en un instante lo importante de ese efímero momento. Luego trabajar sobre la impresión, lo que ello produce, llevándolo hacia el lado subjetivo, ya no la realidad tal cual, empleando su memoria visual para la culminación de sus cuadros.

Este acto de captar ese instante efímero con la actitud del cazador, como leíamos más arriba en el texto de Maupassant, nos hace pensar en la fotografía y no es casualidad. La fotografía progresa muchísimo técnicamente hacia 1850. Con ella era posible capturar el momento de una forma nueva e incentivó a los pintores a investigar sobre los fenómenos de la percepción, trabajando especialmente con el color, en busca de una experiencia personal con la realidad. Incluso la novedosa técnica habría permitido investigar el aspecto de las composiciones y enfoques.

Más ligado aun a la fotografía aparece el tema de las series, de las que Monet fue sin duda un precursor. Comprender y estudiar la secuencia temporal, la variación de la percepción de los objetos ante los cambios de luz.

Esas incansables repeticiones de los nenúfares de su jardín, son la continuación y evolución de trabajos anteriores como las series de la Catedral de Ruan. Allí también la arquitectura deja de ser lo que importa para concentrarse en la infinita repetición, en busca del juego de luces y sombras, el equilibrio de los colores, las variaciones en la percepción.

En sus últimas composiciones en Giverny, la forma está prácticamente disuelta en manchas de color. Lo que para algunos es el producto de una avanzada pérdida de visión del artista, para otros, es una anticipación de lo que sería más tarde el arte abstracto.

De una u otra forma, es aquí, en Giverny donde el más poético e incansable de los pintores impresionistas culmina su magnífica obra.


« Je veux peindre l’air dans lequel se trouve le pont, la maison, le bateau. La beauté de l’air où ils sont, et ce n’est rien d’autre que l’impossible. »(1)
Claude Monet


Texto, Rodolfo Torrás
Fotos, Ma Elena Mariño

(1) http://fondation-monet.com





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