"¡Sólo yo solo en aquella noche final y en mi segunda excursión a la Zona Vedada! Sin el acopio de instrumentos y armas que habían llevado en la primera, yo, Lisandro Farías, me lancé a la negrura del parque, bajo un gran corimbo de estrellas que parecía relucir al alcance de mis dedos y sobre una tierra que soñaba extraviados paraísos. A mi vera sólo marchaba Psiquis, mi amiga y mi enemiga: íbamos desnudos, en silencio y talados hasta la raíz, ¡Psiquis y yo, trotadores de laberintos! ¿Qué buscábamos en la noche profunda? Una salida, como ayer y como siempre. ¡Yo te saludo, Edgar Alan Poe, solo con tu alma y en tu alameda gigante! ¡Yo te saludo, Fray Juan de la Cruz, el de las evasiones nocturnas y los amorosos escalamientos! La inmovilidad no es del hombre: su destino es el viaje, la exploración o el buceo. Nacer y morir son dos instantes críticos de una sabrosa movilidad.(...)”
Lisandro Farías, en El banquete de Severo Arcangelo, de Leopoldo Marechal
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2 comentarios:
Guarda trotadores de laberintos!Nosotras tambien nos lanzamos a la negrura de la noche y nos topamos, no con la inmovilidad pero si con un subsuelo.
igual, nunca dejen de explorar que un golpe es caida pero no es nada!
Marechal seguro hablaría de algo como un "un descenso por la vertical seguido de sendo porrazo metafísico"...
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