lunes, 6 de septiembre de 2010

Presentación Puppo en la FADU







"Celebramos hoy la presencia del arquitecto Giancarlo Puppo en nuestro taller.
Y quisiera brevemente y sobre todo teniendo en cuenta a las nuevas generaciones que aquí nos escuchan, presentarlo antes de que él nos hable de su obra.

Puppo nace en 1938 en Roma y se traslada en 1947 a América Latina. Es arquitecto por la Universidad del Uruguay y la Universidad de Buenos Aires y Miembro permanente del Instituto Argentino de la Historia de la Arquitectura y el Urbanismo.

Fue asesor del Fondo Nacional de las Artes y miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte. Profesor invitado en la Universidad de Buenos Aires e Investigador del Instituto de Arte Americano en la UBA. Es conferencista en universidades de España, Estados Unidos y América Latina. Y ha producido con su estudio unos 140 proyectos y realizado más de 90 obras, con intervenciones en reciclaje de edificios y propuestas urbanísticas, en La Alhambra, Florencia, Barcelona, Uruguay y la Argentina.
Sus obras de arquitectura han sido publicadas en Estados Unidos, Europa y América Latina.
Entre otros destaco el libro monográfico Giancarlo Puppo, una arquitectura de la pluralidad editado por Editorial Escala en Colombia en el año 2002. Ha publicado ensayos sobre arquitectura y arte prehispánico y del período colonial y en la actualidad escribe narraciones relacionadas con sus pinturas, de lo que es testimonio el libro Amorosas extrañas criaturas publicado por Electa en Italia en el año 2001 con prólogo del prestigioso crítico Gillo Dorfles.
Su actividad como pintor no es menor, dado que ha participado en más de cien exposiciones colectivas, destacándose una retrospectiva de su obra en el Museo Nacional de Bellas Artes en el año 2005. Su más reciente muestra fue aquí en Buenos Aires en la galería Holz durante el año 2010.

Hasta aquí una breve reseña biográfica.

En lo personal conozco y admiro su obra desde mis épocas de estudiante, siendo alumno del taller Moro. A principios de los años ochenta recuerdo las visitas de Giancarlo al taller, en muchas ocasiones acompañado por su mujer Ethel, que en aquel entonces era también su socia y compañera.
Vale entonces esta visita como un sentido homenaje al recuerdo de uno de los Maestros que tuvo esta Facultad de Arquitectura y uno de mis Maestros: Osvaldo Moro.

De la obra de Puppo puedo decir muchas cosas, ya la vamos a ver además contada con sus propias palabras.
En lo personal admiro “su mestizaje americano” y esto en este momento histórico de globalización de la cultura no resulta un dato menor.
Puppo recrea un imaginario americano, pleno de narraciones, producto de sus travesías por toda América, y una cultura polifacética que tienen que ver con su formación como arquitecto en Montevideo, su nacimiento en Roma, su formación artística, su interés por la cultura precolombina y colonial, que le permiten comprender que la identidad americana es esencialmente una identidad heterodoxa…
Ahora bien, situados en este punto, el mestizaje de la obra de Puppo comprende una cabal comprensión y estudio de técnicas constructivas y tipologías formales tanto autóctonas como universales. Por ejemplo el uso del ladrillo comprende la referencialidad con Rogelio Salmona —arquitecto que además admira profundamente y con el cual compartió la amistad—hasta llegar a la iglesia de San Vitale e Agricola en San Stefano en Bolonia, pasando por el Castillo de Mantua. Por otra parte formas y tipologías se entremezclan como las disposiciones planimétricas jesuíticas, el típico claustro de un convento como el de Acolman en Méjico o el simple patio de una casa chorizo en Buenos Aires. Todo ello nos habla de una intepretación de la cultura rioplatense, como cultura trasplantada y heterodoxa.
En el fondo nuestra cultura es una migración de formas y técnicas implicadas con un mítico origen precolonial que Puppo ha sabido cribar en su propia obra.

Visitándolo en su estudio he podido comprobar esta tesis.
El primer día que fuí me llevó al subsuelo de esa antigua carnicería-verdulería devenida en atelier-estudio en el barrio de Nuñez.
Recuerdo que allí, prolijamente envasadas en frasquitos de vidrio, Puppo guardaba “tierras” de diferentes colores y granulometrías producto de sus múltiples viajes por América y Europa. Tierra que me contó, usa como medio con pigmentos también muy especiales en su pintura…

No sé bien por qué, y aunque sus poéticas difieren notablemente, me hizo recordar en un punto a Caveri, y su arquitectura implicada con el cavar la tierra… Sin embargo diría y aquí arriesgo otra hipótesis, la posición de Puppo en relación a la tierra es otra…
Caveri parece implicado en una caverna, tratando de algún modo de situarnos en un mítico origen, ya irremediablemente perdido, aunque con la esperanza, no de una síntesis entre la cultura europea y la americana, sino parafraseando a Kusch, a través de la fagocitación de la cultura europea por la americana, como superación de la irremediable decadencia de Occidente a la que asistimos…
Me atrevería a decir que en el caso de Puppo, el tiempo mítico queda más lejos. Su obra se instala en un cierto anacronismo, propio también del mito, pero en su caso diferente. Y aclaro, el anacronismo no es un término negativo como puede parecer a primera vista, por el contrario en un mundo vertiginoso donde lo que domina es la novedad de la última moda, ser anacrónico es una virtud.
Y la anacronía de su obra tiene que ver con tiempos diversos que conviven en simultaneidad en una gran narración. Su obra no se sustrae al tiempo, y así como hay referencialidad a lo prehispánico y colonial, también es al mismo tiempo moderna, con lo contradictorio que ello pueda parecer.
Hay una conciencia de un pasado que nos es propio, pero a la vez se filtra la modernidad…
Su estrategia no es olímpicamente moderna, sabiendo además del fracaso de esa cultura en nuestro país, y en tal sentido es como si Puppo, con su amplia cultura, le hiciera un guiño a la tradición en toda su dimensión.
Tal vez esto constituye, su “manera de proyectar”.
Manera o maniera que implica una conciencia profunda para alcanzar la forma arquitectónica, no a partir de recetas preconcebidas en los centros del poder, sino de una particularísima lectura de los sáberes técnicos, antropológicos, reconociendo la cultura de nuestro territorio.
Puppo, y en esto es cabalmente americano, comparte un amor por el Hacer, más que por el Ser…
Y ese hacer se vislumbra en los detalles.
En su obra pictórica hay un clarísimo respeto por las técnicas y los materiales, incluidos los soportes y sus texturas.
Hay un cierto gusto por lo visceral, por las entrañas de las cosas. Un pensamiento de las entrañas —parafraseando a María Zambrano—. Un pensamiento visceral, que no es salvaje, pero no es absolutamente “racional”. Los descarnados detalles de sus obras, que exhiben sin pudor desde cañerías a taparollos, que usan materiales de desecho y demolición, incluidos materiales pobres como el adobe. Y lo mismo en su pintura con sus personajes con sus vísceras y esqueletos expuestos, hechas con tierras, arpilleras y sogas, nos hablan de una lúcida lectura de las culturas populares…
Pero no hay que confundirse, la obra de Puppo es una obra culta, pues más allá de su inspiración popular y sincrética se inscribe en la alta cultura arquitectónica de nuestro tiempo.
Una de las claves de su arquitectura es su narrativa —y su relación con el comic— que lucidamente Dorfles relaciona también con su pintura.
Y eso no significa que su obra sea entretenida en un sentido light. Su contenido frente a una manera racional y fría puede resultar burlesca o irónica y comprende para esa misma visión “racional” una gama sorprendente de expresión e invención formal o como él en una oportunidad lúcidamente me dijo, es la misma diferencia en lo musical entre Scarlatti y Bach…
O en palabras del mismo Puppo:
”El cargo que le hago al racionalismo es que consideró al diseño arquitectónico como un ejercicio puramente mental, cuando debía ser además sensitivo y táctil. Así fue responsable de la pérdida del misterio, para mí ingrediente indispensable de la arquitectura”…

Y en la experiencia concreta de la obra de Puppo, uno no puede sustraerse al misterio. Una cosa deviene otra, nada se mantiene por mucho tiempo en un mismo lugar, cada detalle nos hace menos indiferentes, por el contrario nos incitan a seguir participando en la experiencia de seguir descubriendo sus secretos.
Algo va sucediendo, algo va moviéndose, algo hay detrás, el espacio no es totalmente transparente y fluido, pero se escapa por una hendija. Un pequeño mosaico captura nuestra atención, un color inesperado en una gama de tierras, un azul, una traba de un ladrillo en una pared y en la misma pared un estuco y otra traba, y de alguna forma todo va cambiando como la vida misma…

Me gustaría terminar, para darle la palabra a Giancarlo, con un hermoso texto escrito desde su obra por María Elena Walsh que dice:

“Este Puppo nació con el horizonte trabucado: lo vertical y lo horizontal se le confunden como a un astronauta. De muy chico comenzó a dibujar una casa, después una ciudad, le salieron torcidas y así las dejó, retobándose contra esa perpendicular que lo esclavizó en Arquitectura.
Para ser arqueólogo le basta con este mundo: recrea la naturaleza, los colores de las tierras y las obras salidas de manos arcaicas. Pero para explorar lo desconocido es prudente: necesita de los perros, que según casi todas las mitologías, son los guardianes del Más Allá. Se rodea de ángeles, mensajeros defensivos.
Construye cajas-casas, arcas-barcas donde guarecer sus pequeños fantasmas, relicarios exorcizantes, construidos con devota rusticidad. Crea una población habitante de artefactos, ruinas de ciudades subterráneas.
Conserva una mirada de niño perverso, por suerte, más dispuesto a investigar que a complacer; desarma la muñeca o radiografía las tripas del animal, sus torres suben o bajan por travesura.
Este Puppo descubre América color por color, y nos invita a integrar un inmenso retablo, donde no falta la nostalgia por sus sienas de su Roma natal…
Internarse en la magia de este laberinto vale la pena porque este Puppo es uno de los escasos brujos a quienes podemos llamar hoy, artistas…” (1)

(1) Alejandro Vaca Bononato, lectura de la presentación Puppo en la FADU UBA, Buenos Aires, 6/9/2010.
fotografías de Lucas Gilardi.

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