jueves, 5 de marzo de 2009
La lección del Templo Griego
"El edificio en pie descansa sobre el fondo rocoso. Este reposo de la obra extrae de la roca lo oscuro de su soportar tan tosco y pujante para nada. En pie hace frente a la tempestad que se enfurece contra él y así muestra la tempestad sometida a su poder. El brillo y la luminosidad de la piedra aparentemente debidas a la gracia del sol, sin embargo, hacen que se muestre la luz del día, la amplitud del cielo, lo sombrío de la noche. Su firme prominencia hace visible el espacio invisible del aire. Lo inconmovible de la obra contrasta con el oleaje del mar y por su quietud hace resaltar su agitación. El árbol y la hierba, el águila y el toro, la serpiente y el grillo, toman por primera vez una acusada figura, y así adquiere relieve lo que son. Este surgir y nacer en totalidad, fue llamado por los griegos physis. Nosotros lo llamamos tierra..." (1)
Heidegger en esta cita de su libro Arte y Poesía se refiere a un templo griego, presumiblemente al de Selinonte, sobre el mar Egeo.
La misma tiene una gran actualidad, pese a que el escrito es del año 1952 y el templo fue construido muchos siglos antes del nacimiento de Cristo.
Sin embargo todavía hay mucho que aprender de allí.
El sitio contribuye a la obra de arquitectura y ésta, a su vez, por un juego de relaciones y oposiciones, da valor al lugar: lo enciende, lo irradía.
Todo en el templo "da visibilidad al lugar" que de otra forma, permanecería en ese "fondo oscuro" -la physis- por siempre.
El hacer "visible algo" era para los griegos una manifestación de lo sagrado del Dios... La obra es su epifanía, su aparición.
En sí el templo no representa nada, son sólo una serie de piedras apiladas con "cierta proporción".
Los griegos pensaban que el fin último de la arquitectura -y no toda obra era arquitectura- era la manifestación de la belleza del Dios, o la belleza sin más. Belleza como fin en si mismo, no es el útil, pues lo útil "sirve para..." y por lo tanto desplaza el interés hacia otra parte...
La arquitectura como manifestación de la belleza del Dios del lugar.
Tal vez podamos pensar en ello, frente al pragmatismo del tiempo presente...
(1) Martin Heidegger, Arte y Poesía, Ed. Fondo de Cultura económica, México, 1982.
Imágenes, agradecemos al arq. Esteban Urdampilleta y sus redes del Sur.
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1 comentario:
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