viernes, 28 de junio de 2013

El camino recibido de ZAMBRANO

En la tradición de Unamuno y Ortega, María Zambrano ha conseguido mostrarnos con belleza y contundencia que el verdadero camino del pensamiento no sólo está al margen del marco trascendental abierto por Kant, sino que también ha obligado a quienes lo siguen con honradez, o sea, a quienes son conscientes de los límites del trascendentalismo, a recordar la vida de la RAZÓN. El idealismo (la idea) no puede ser canon filosófico. Se trata de volver a pensar tanto lo olvidado por la filosofía idealista, "la vida", como de recuperar a los expulsados de la polis, los poetas...

Zambrano es la más grande pensadora de España del siglo XX, nacida en Vélez (Málaga en 1904) luego de un largo exilio retorna a su país, recibiendo el Premio Principe de Asturias, en 1981. Muere en Madrid en 1991. Transcribimos aquí algo de ese maravilloso libro que es Notas de un método, publicado originalmente en 1989, y esperamos que estos fragmentos de estas Notas (en sentido musical) resuenen en los estudiantes del taller.

"El hombre de Occidente aprendió a sentirse seguro cuando le resulta evidente su yo y el camino que de él deriva: el camino recto que es recorrido paso a paso sin que el yo, el sujeto del conocimiento sufra modificación alguna ni tenga que sufrir cambio alguno; es decir, sin que tenga que realizar más movimiento que el de la traslación con esa su mente, que se limita así a discernir, a separar, a unir, proyectándose ella misma. Por lo cual surgió la tarea, realizada con tanta honestidad por Kant, de examinar la estructura de esa mente. Al idealismo le tocó el discernimiento del Yo con caracteres ya de revelación... Así el camino recto Kantiano es siempre producto de una abstracción... Pero el camino corre, se mueve casi vivo cuando serpea y como un imperativo cuando aparece ante la vista recto; proyección de un designio de la vida, proyección de una voluntad... Más en ninguno de estos casos el camino se abre él mismo, como algo que pertenece al suelo terrestre, tan propiamente como sus accidentes y modulaciones... Sólo los ríos parecen ir por su cuenta... Y ciertos caminos accidentados, casí imposibles de seguir, señaladas por las pisadas del hombre sólo después de haber sido marcados por las huellas de los animales...
Si el camino sinuoso es la huella del animal-hombre, su sombra escindida, o la sombra de le escisión de su unidad, tan perdida en la noche de los tiempos, el rectilíneo es ya una verdadera construcción, un principio de arquitectura...
El camino recibido, es el camino que más vale llamar sendero, vereda, vericueto, trocha o camino de sirga, el camino recibido por el hombre y sólo ensanchado, cuando se puede, allanarlo a fuerza de ser recorrido. El camino que se abre por un accidente del suelo y siempre por el recorrido de algún animal. El camino señalado por el puerto y que es, ante todo, paso, apertura. Y ese otro que se encarama o desciende, que se enfila por donde no parece haber paso alguno, el que sobrepasa la "aporía" (1). El de la sabiduría secreta de la bestia, que corresponde a su saber y a sus posibilidades corporales, a su poderosa levedad, a la finura de sus sentidos, de sus pezuñas, y que pone de relieve su calidad de habitantes propios de la tierra como si ellas, las bestias, fuesen sus habitantes, sus dueños, mientras que el hombre, llegado después, es sólo su residente y, por fin, su extraño huésped dominador...
Y a medida que avance el historiarse de la humana vida, esos caminos recibidos irán siendo olvidados y, sobre todo, descalificados, aunque se usen. Y el tomarlos en cuenta, tanto como el aceptar algo recibido, parecerá como un defección, o como un desvarío.
El sendero recibido puede ser largo, escarpado y amenazador. Suele bordear el abismo, y se rompe cuando parece que va a llegar bajo el saliente de una roca, pico de un pájaro pétreo que hubiera devorado su propio pecho y con él este camino... La ligereza de la bestia lo salva con la metamorfosis de su cuerpo, pues que el mamífero puede hacerse como un pájaro y apegarse a la roca, deslizándose en ella como un reptil. Más el hombre perdió hace un tiempo inconmensurable la plasticidad que permite la metamorfosis, que sólo puede recuperar por una trabajosa educación, por una técnica adquirida sapientemente... " (2)

(1) Aporía: algo que por definición no existe.
(2) MARÍA ZAMBRANO, Notas de un método, Editorial Tecnos, Madrid, 2011.

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